NIEVA SOBRE LA TUMBA DE BORGES
Y, en realidad, sobre toda Ginebra. No mucho —ni de lejos tanto como en España— pero de manera insistente, una y otra vez. Y lo ha estado haciendo desde ayer. Nada espectacular, en realidad, excepto por el hecho de que hoy es el día en que se supone empieza la primavera. Parece que el invierno más cálido del último siglo y medio está sufriendo un repentino remordimiento a la hora de partir y quiere compensar en el último minuto.
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